sábado, 27 de agosto de 2011

¡¡EDUCACION CIENTIFICA, NACIONAL Y DE CALIDAD AL SERVICIO DEL PUEBLO!! (POBL. LOS INDUSTRIALES - ARICA)

JORNADA MURALISTA REALIZADA EN LA POBLACIÓN LOS INDUSTRIALES (ARICA) EL SÁBADO 27 DE AGOSTO, POR EL MOVIMIENTO DE ARTISTAS POPULARES (MAP), ORGANIZACIÓN DE MASAS QUE ASUME LAS IDEAS CIENTIFICAS DEL PROLETARIADO.



MOVIMIENTO DE ARTISTAS POPULARES

"La literatura y el arte proletarios son parte de la causa de la revolución proletaria en su conjunto; son, como decía Lenin, engranajes y tornillos del mecanismo general de la revolución."

VIVAN LAS JUSTAS LUCHAS DE LOS ESTUDIANTES


¡¡A DESEMASCARAR LAS DIRECCIONES E INTERPRETACIONES QUE BUSCAN AHOGAR LAS LUCHAS!!

NADA MÁS QUE LA LUCHA PUEDE DARNOS LA VICTORIA!!

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martes, 16 de agosto de 2011

La Revolución de Nueva Democracia: Único camino de la revolución en Chile (Parte 2)


2. Chile un país semicolonial

Uno de los principales caracteres de la sociedad chilena es que está sometida principalmente al imperialismo norteamericano, quien a pesar de las pugnas interimperialistas por el dominio semicolonial, sigue siendo el imperialismo hegemónico en el país.

Las nuevas fuerzas productivas se ven permanentemente ahogadas y destruidas por las relaciones de producción que imprime el imperialismo en nuestro país. Estas relaciones sociales de producción son las relaciones de propiedad que el imperialismo y sus lacayos locales (terratenientes y gran burguesía) le imponen al conjunto del pueblo para poder acumular más capitales; estas relaciones se basan en la entrega de los recursos nacionales a bajo precio a los capitales extranjeros, quienes bajo condiciones inmejorables pueden extraerlos y venderlos al exterior, explotando al pueblo. Esta división internacional del trabajo que el imperialismo nos impone además de asignarnos el papel de productores de materias primas, nos obliga a importar tecnología, maquinarias y bienes de consumo que comparativamente nos resultan mucho más caros. El capital imperialista ha terminado por controlar las áreas más rentables de la economía oprimiendo a la clase y al pueblo. Por otro lado, esta economía primario exportadora se basa en el desarrollo de lo que los maoístas llamamos el capitalismo burocrático.

Este tipo de economía distorsiona y disloca el desarrollo nacional. Las principales fuentes de materias primas son controladas mayoritariamente por inversiones extranjeras, pagando lo mínimo, explotando al máximo a los trabajadores y vendiendo en divisas en el mercado internacional mientras se nos paga en pesos que constantemente vemos perder su valor adquisitivo.

En las crisis, gran parte de los trabajadores son lannzados a la calle, mientras estos capitales monopolistas gracias a su acumulación pueden aguantar la crisis o, como ocurre generalmente, concentran más capitales beneficiándose con ellas.
El imperialismo ejerce su dominio en las diferentes esferas de la vida nacional, ayuda a mantener la semi-feudalidad, controla de cerca nuestro proceso político, entrega instrucciones de como desenvolver la economía y nos obliga a soportar los efectos de su recesión.

3. El capitalismo burocrático, tipo particular de capitalismo que el imperialismo permite desenvolver en sus semicolonias

A consecuencia de lo dicho más arriba, el tipo de economía que el imperialismo permite que se desarrolle en la semi-colonia chilena es la de capitalismo burocrático, y su existencia no es opuesta ni impide la subsistencia y evolución de la semifeudalidad. Es más, las clases que se sirven de estas relaciones sociales atrasadas y sus representantes están todos estrechamente vinculados entre sí. Los capitales de terratenientes y de la gran burguesía monopolista se confunden en una sola masa de capitales que constituyen el capital monopolista burocrático y semifeudal, extrayendo plusvalía de obreros y demás trabajadores asalariados, expoliando al campesinado, ahogando a vastos sectores de la pequeña burguesía urbana y restringiendo a la burguesía media.

El capital burocrático desde su surgimiento oprime el desarrollo de las fuerzas productivas, ha sido una simple función en el dominio que el capital extranjero ejerce sobre el comercio exterior chileno y sobre las principales inversiones. Ha impedido el desarrollo de la industria nacional y ha mantenido, en lo sustancial, las viejas relaciones sociales en el agro.

4. Las clases enemigas del pueblo y los blancos de la Revolución de Nueva Democracia

Las relaciones de semifeudalidad y semicolonialidad se manifiestan y son defendidas por una alianza reaccionaria de terratenientes, grandes burgueses e imperialistas.

La gran burguesía en nuestro país presenta a grandes rasgos dos facciones subdivididas en varias capas a su vez. Estas dos facciones son la burguesía burocrática y la compradora. Disputan generalmente la simpatía con el imperialismo yanqui o también coquetean con la posibilidad de que otro imperialismo se haga dominante en Chile. En cuanto a sus intereses de clases estas dos facciones no difieren prácticamente en nada. Se han alternado para dirigir al Estado terrateniente burocrático aplicando formas fascistas o demoliberales de gobierno.

Durante gran parte del siglo XX y en el presente se han debatido entre una mayor intervención del Estado en la economía o una menor intervención. Sus pugnas también están relacionadas con si se debe desarrollar una economía basada en el capital monopolista estatal o en el capital monopolista no estatal. Estas clases han sufrido importantes modificaciones a lo largo de su historia, regenerándose o hundiéndose algunos sectores de ellas. No importa si usan un discurso demagógico de izquierda o derecha, coinciden plenamente a la hora de reprimir al pueblo y defender el capital monopolista comprador y feudal, es decir el capital burocrático. Junto a los terratenientes, la gran burguesía es, ha sido y será un aliado inseparable del imperialismo de turno, lo fue con el imperialismo inglés, luego con el yanqui y también vaciló en favor del imperialismo alemán o del social-imperialismo soviético cuando estos se disputaron el dominio semi-colonial sobre nuestro país. Todos ellos forman los enemigos fundamentales del pueblo chileno. El revisionismo conforma una avanzada de ellos y por esto este último reviste un peligro principal para el avance del pueblo en su lucha.

En síntesis, Chile es un país semicolonial y semifeudal. Semicolonial, porque está sometido política, militar, económica y culturalmente al imperialismo norteamericano; la independencia política no es más que un hecho formal. Semifeudal porque subsisten resabios feudales en el conjunto de la sociedad chilena y no sólo en el agro, como erróneamente se pudiese pensar; sobre la base de esta feudalidad se viene desarrollando desde fines del siglo XIX el capitalismo burocrático. El imperialismo (yanqui principalmente), la semifeudalidad, el capitalismo burocrático y las clases que los representan son, por lo tanto, los blancos principales de la Revolución de Nueva Democracia (o Democrático-Popular).

5. Las clases que conforman el pueblo

La profundización del capitalismo burocrático ha hundido a sectores industriales de larga historia en el país. La industria textil y del calzado prácticamente han desaparecido; la industria metalúrgica, las fundiciones también van hacia su desaparición. La clase obrera se desenvuelve en las pocas fábricas que van quedando. Es por ello que la clase obrera chilena, entendida como el proletariado industrial clásico, ha visto disminuir proporcionalmente su número en relación con el resto de asalariados proletarizados. No obstante esto, su papel en la Revolución de Nueva Democracia es incuestionable, sigue siendo la clase de vanguardia y es impensable la edificación socialista sin su concurso. Su papel no es sólo productivo sino que también es político en la medida que la perspectiva socialista contempla el establecimiento de la dictadura proletaria.

Por sus condiciones de vida y trabajo forman parte también de la clase obrera los obreros de la construcción. Este tipo de trabajador proletario son unos de los primeros en sentir y vivir la crisis económica y los efectos de la recesión que empieza a darse en este sector de la economía en las grandes ciudades. Una vez cerrada las faenas, por supuesto, terminan engrosando las filas de cesantes.

Otros sectores que también se encuentran altamente proletarizados son los trabajadores asalariados del comercio. Ellos están sometidos a extenuantes jornadas de trabajo y, al igual que gran parte del proletariado chileno, viven una constante persecución a sus organizaciones sindicales. Pero a pesar del hostigamiento, la patronal no ha logrado evitar que éstas se organizarse.

Las empresas más rentables son controladas por la gran burguesía y las restantes por la burguesía nacional y la pequeña burguesía. Sólo una pequeña parte de la clase obrera trabaja para grandes monopolistas que concentran el poder de compra y venta en las ciudades o que monopoliza las actividades económicas en la gran minería, en el transporte, en la pesca o las plantas de celulosa; gran parte del proletariado chileno está contratado por los pequeños y medianos productores.

En cuanto al proletariado agrícola, ha tenido un basto desarrollo en las últimas cuatro décadas y a pesar de su atraso puede llegar a constituirse en una fuerza revolucionaria insospechable. Concentrados en números de cientos o miles, trabajan en plantas de faenamiento o crianza de animales, en agroindustrias, salmoneras, o en las forestales; estos trabajadores y trabajadoras han engrosado las filas de la clase obrera sumándose al tradicional proletariado minero e industrial. La crisis económica internacional los afecta inmediatamente porque gran parte del producto de su trabajo se vende fuera del país.

Las ciudades también se han resentido del desarrollo deforme que imprime al país el capitalismo burocrático y la semifeudalidad. Al estar al servicio del imperialismo, el capitalismo burocrático, termina por descoyuntar el proceso económico nacional al separar la producción de materias primas de la escasa producción manufacturera industrial nacional, lo cual profundiza la desarticulación de la economía del país. Esta situación provocada intencionalmente impacta directamente en la alta tasa de desocupación y cesantía que las estadísticas intentan esconder. Por otra parte, la crisis en el agro y la migración a las ciudades que ésta provoca, sumado a la incapacidad de la industria nacional para absorber esta nueva mano de obra, expone a la población de las grandes ciudades a condiciones de extrema pobreza. Esta situación explica el alto grado de explosividad que han mostrado las masas urbanas, especialmente los jóvenes populares que viven en las poblaciones y barrios pobres del país. Estos últimos están siempre dispuestos ha rebelarse. Lo mismo ocurre con niños y mujeres populares. Este panorama indudablemente es el resultado de la opresión de terratenientes, grandes burgueses y de los imperialistas, y, por tanto, la miseria urbana no escapa a las leyes del desarrollo de la lucha de clases general.

Las clases medias urbanas presentan una gran variedad de condiciones de vida y trabajo. Están compuestas por la burguesía media y las distintas capas de la pequeña burguesía. Tanto en la burguesía media como en la pequeña burguesía es posible encontrar productores independientes que se ven constantemente ahogados por banqueros y especuladores de todo tipo. En el caso de la pequeña burguesía productora con las crisis económicas su economía se reciente enormemente y sufren con la perspectiva de caer en la pobreza y engrosar la larga fila de deudores insolventes.

Otros sectores de las clases medias están formadas por una importante masa de trabajadores dependientes que temen caer en la desocupación; sus problemas de vida están, al igual que el sector anterior, relativamente resueltos, pero frente a la crisis su situación es frágil y rápidamente puede tornarse precaria.

También existe entre las clases medias urbanas, un sector mucho más reducido e ideológicamente ligado a los intereses de la gran burguesía a la cual sirve y le debe lealtad. Un importante grupo de este sector está ligado al gobierno, al ejército, al poder judicial, al parlamento y a los partidos políticos que forman parte de él. Este pequeño grupo sirve de base social a la gran burguesía y constituye un enemigo del pueblo.

Forman también parte de la pequeña burguesía miles de profesionales, profesores, abogados, médicos, ingenieros, técnicos, etc., diferenciados entre sí por los ingresos que perciben y por su disposición a la lucha.

Por su parte, la burguesía media o nacional, se encuentra constantemente restringida por el capital monopolista, tradicionalmente ligado a ciertos sectores de la industria nacional, ve constantemente cómo parte de sus ganancias deben ser traspasada a los bancos acreedores o a las comercializadoras de materias primas y de maquinarias de las cuales depende. En los períodos de alza de la economía se vuelve jactanciosa y autosuficiente y en periodos de baja o crisis está constantemente refunfuñando y exigiendo de todo al gobierno de turno. En su fuero interno sueña con convertirse en gran capitalista.

6. Revolución de Nueva Democracia y Guerra Popular

La Revolución Democrática en Chile se ha visto frustrada en varias ocasiones. Un ejemplo de ello se dio durante la Revolución de Independencia cuando los grandes hacendados y mercaderes después de 1829 derrotaron al ala democrática de la revolución, conformada por campesinos y artesanos que luchaban por la eliminación de odiosos impuestos e incluso llegó a plantear el problema de la tierra.

Estos sectores, no obstante representar a las fuerzas de avanzada, no lograron alcanzar un grado mínimo de consolidación política y un programa que representara sus intereses, a pesar de ello, en el caso de los campesinos, llegó posteriormente a ser uno de los más importantes productores de trigo del país a mediados del siglo XIX; y del seno de los artesanos se dieron lo primeros pasos en este mismo período hacia el desarrollo capitalista industrial, tempranamente expoliado por el capital inglés.

En la época del imperialismo, sobre todo después de la Primera Guerra Imperialista Mundial y de la Revolución bolchevique de 1917, la Revolución Democrática es una de nuevo tipo y se hace más urgente para las masas populares por las condiciones que impone el carácter parasitario del imperialismo.

Hacia 1925, en un periodo caracterizado políticamente por la reestructuración del Estado, el desplazamiento de los grandes terratenientes del gobierno, una creciente influencia del imperialismo yanqui, pero fundamentalmente por un claro auge en la lucha de masas, la Revolución Democrática experimento un nuevo impulso. Sin embargo el proletariado pujante y combativo careció de un partido bolchevizado. Esta situación llevó al movimiento a una serie de vacilaciones, no supieron atraerse ni al campesinado ni a las capas medias urbanas, quedando finalmente subordinado a uno de los sectores la burguesía.

En este período incluso se llegó a redactar una constitución alternativa para formar una “Nueva República Social”, “La República Sociocrática”, basada en principios democráticos y en un desarrollo industrial auto-sostenido. Es decir consideraba incluso los intereses de la burguesía industrial media que habían establecido un virtual frente con el proletariado. Otra iniciativa creada en ese mismo período fue la Asamblea Nacional de Asalariados, también con pretensiones constituyentes que incluso contemplaba solución al problema agrario y la nacionalización de las riquezas naturales del país.

A pesar del carácter democrático de estas instancias, el proletariado no logró ponerse a la cabeza de ellas e implementar el programa reseñado. Existía en estas fuerzas aliadas cierta confianza en conquistar a una parte de las fuerzas armadas. Una parte de este frente fácilmente podía desviarse hacia el social-fascismo al carecer de una clara y firme dirección proletaria, la otra parte (mayoritaria) fue severamente reprimida. Situación similar se vivió en el ascenso del movimiento de masas a fines de la década del ’60 y principios de los 70’, lo mismo aconteció en la década de los 80. Este era el problema de la ausencia de una vanguardia efectiva. Las masas lucharon y lo continuarán haciendo.

Es falso que en Chile se haya dado la Revolución Democrática o “democratización” como algunas la quieren llamar y es más falso aún que ésta se haya alcanzado por la vía de la ampliación del sufragio. Lo fundamental en la Revolución Democrática no está dado sólo por la conquista de derechos políticos, los que sin la conquista de derechos económicos (como la tierra), no pasan de ser palabras almibaradas para ilusionar a las masas y desviarlas del camino revolucionario.

En todos estos procesos ha sido clara la alianza entre el capital extranjero y las clases dominantes criollas para aplastar a los sectores populares. El Partido Comunista, fundado en 1922, constituyó un notable avance en la lucha de la clase y el pueblo, sin embargo no logró comprender en profundidad el papel de la violencia revolucionaria ejercida por las masas, confió constantemente en ganarse a un sector de las fuerzas armadas o en alcanzar una mayoría parlamentaria, mientras los sectores reaccionarios han tenido siempre presente que los problemas políticos fundamentales en última instancias sólo pueden ser resueltos por la violencia armada. Esta política se vio reforzada después de 1936. Incluso a partir de 1956 la dirección del Partido Comunista termina por pasarse plenamente hasta el día de hoy al revisionismo, que lo lleva a ser un falso partido comunista, independientemente que haya usado armas en los ‘80. El proceso de desarrollo de una vanguardia revolucionaria que dirija la Revolución democrática chilena se ha visto una y otra vez frustrado en la historia nacional. Sus causas más importantes obedecen a las debilidades del movimiento comunista mismo, más que a la capacidad de la reacción y la contrarrevolución.

Este hecho ha sido gravitante al momento de plantearse la aplicación de la teoría militar del proletariado a Chile, es decir al querer resolver el problema de la conquista del poder mediante la guerra popular coronando con ello el triunfo de la Revolución de Nueva Democracia y su paso inmediato e irrenunciable al socialismo.

Efectivamente el inicio y desarrollo de la guerra popular en nuestro país implicarían la consumación de la Revolución de Nueva Democracia varias veces postergada o transitoriamente derrotada en nuestro país a causa de la debilidad del movimiento comunista chileno, la ausencia de la acción combinada de un partido revolucionario, un frente único (para agrupar a todas las clases revolucionarias) y un ejército popular. Indudablemente que esto sólo se puede llevar adelante bajo la guía teórica y práctica del marxismo-leninismo-maoísmo, única ideología científica del proletariado.

Esto último es la única garantía de triunfo. Al decir esto queda de manifiesto que en la medida que la guerra popular se inicie, desarrolle y vaya avanzando en campo y ciudad, sólo así podrá irse construyendo el nuevo poder y aplicando el programa de nueva democracia.