viernes, 22 de julio de 2011

La Revolución de Nueva Democracia en Chile (Parte 1)


La crisis económica mundial y la consiguiente recesión que ya afecta a las potencias y superpotencia imperialistas vienen impactando a nuestro país, agudizando viejos problemas aún no resueltos que aquejan a las grandes mayorías nacionales.

Frente a estos viejos problemas, la Revolución de Nueva Democracia se presenta como la única solución posible, constituye el camino democrático del pueblo contra el camino reaccionario. Este último es el camino que tratan penosamente de desarrollar las clases reaccionarias y el imperialismo (principalmente yanqui).

Las características de la sociedad chilena

1. Subsistencia de resabios semifeudales en la sociedad chilena

La dominación colonial española en el país se basó en la implantación de un sistema feudal. En Europa, el feudalismo, se encontraba en franca descomposición y crisis, lo que implicó que los conquistadores sólo lograron imponerlo cuando vencieron la tenaz resistencia de la población indígena. Este sistema se manifestaba en la economía y la política de la sociedad así como en la cultural. El feudalismo chileno se basaba en la gran propiedad terrateniente de los hacendados y en la opresión de la pequeña producción campesina.

La revolución de independencia (1810) dejó intacto este sistema e inalterable la dominación terrateniente; esta situación comienza a cambiar con el desarrollo del capitalismo en Chile hacia mediados del siglo XIX y con una más intensa penetración de capital comercial inglés. Este proceso desembocó, por una parte, en el sojuzgamiento político y económico por parte de los británicos y por otra, nuestro país se convirtió de feudal e independiente, en semifeudal y semicolonial. Era un capitalismo atado a la feudalidad. Esto comenzó a transformarse con el desarrollo del imperialismo a nivel mundial que a fines del siglo XIX comienza a desplazar al capital comercial; su penetración en las semicolonias terminó convirtiendo el incipiente capitalismo chileno en un capitalismo burocrático. Esta situación se ha mantenido hasta hoy, pero en condiciones más críticas, parasitarias y opresivas para el pueblo chileno. No debe extrañarnos, por tanto, que todo este sistema haya entrado en una crisis general.

La semifeudalidad ha evolucionado en el agro tras una mayor penetración del capitalismo burocrático, esto viene provocando un riguroso despojo de la tierra a los campesinos, ya sea mediante la hipoteca o a través de la quiebra de la economía campesina, llevando hacia una mayor reconcentración de la tierra en manos de grandes propietarios. A causa de esto, miles de familias han debido emigrar a las ciudades. Los campesinos han debido soportar una serie de poderes compradores semifeudales que fijan los precios de su producción y acumulan más riqueza gracias al trabajo campesino.

El crónico e histórico problema de la tierra ha provocado una excesiva subdivisión de la pequeña propiedad campesina (minifundio), aumentando el número de campesinos pobres.

En cambio los terratenientes concentran gran parte de la tierra productiva del país. Este sector de las clases dominantes aparece vinculado por miles de hilos a la gran burguesía. Por último el amplio desarrollo del proletariado agrícola (temporeros) esconde detrás del salario que se les entrega, las viejas relaciones de producción que encarnan la semifeudalidad, pues ésta no ha sido radicalmente barrida por una revolución democrática. Tras la mal llamada reforma agraria, que no fue más que compra y venta de tierras, se ha vuelto a producir la reconcentración de la tierra. A pesar de algunos cambios que se han producido en la agricultura aún sigue pendiente una reforma agraria revolucionaria que beneficie a los millones de campesinos y campesinos mapuche que aún hoy en día continúan debatiéndose contra la expropiación de sus tierras por parte del capital burocrático.

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